Anillos

Son tan peligrosamente mágicos como las ESPADAS. Los Turistas deberían evitar ponerse cualquier Anillo. Si tienes que adquirir uno como parte de tu BÚSQUEDA, la manera más segura de usarlo es en una tira de cuero alrededor de tu cuello. Las Reglas para los Anillos son las siguientes:

1. Los anillos con grandes piedras talladas, generalmente verdes, aunque a veces también servirá un rubí grande. Estos son bastante inofensivos, debido a que la talla es la cúspide o el tótem de la familia del dueño. El objetivo principal de estos es probar que eres el hombre correcto para el Reino o señoría. A menudo la persona incorrecta los reconoce. Entonces estás en Problemas.
2. Anillos con piedras de CRISTAL. Estos solo necesitan sentir furia para que el Cristal comience a disparar FUEGO o PODER y aplastar a las personas frente a ti. Esto es incómodo si sucede que pierdes el temperamento con un amigo. Y un problema adicional es que estos Anillos necesitan ser recargados frecuentemente y a menudo no funcionarán cuando realmente los necesitas.
3. Anillos con una mortal piedra negra. Estos están de alguna manera malditos (TOA), y drenarán tu espíritu o le permitirán al SEÑOR OSCURO que tome el control de tu mente. Evita estos, no importa que otras cosas útiles puedan hacer.
4. Anillos con cualquier otro tipo de piedras. La mayoría de estos habrá pertenecido a HECHICEROS o ELFOS, y lo mínimo que te permitirán es establecer inesperadamente un DISCURSO MENTAL con alguien. Aquellos con piedras azules-verdes te transportarán abruptamente a cualquier otro lugar o te pondrán en contacto con alguna DIOSA. Algunos solo necesitan ser girados alrededor del dedo para que sucedan cosas inesperadas. Si debes usar uno de estos, evita tocarlo cuando estás nervioso. Pueden que repentinamente te conviertas en un DRAGÓN.
5. Anillos planos con RUNAS en el interior. Evita estos como la PLAGA. La Regla es que, mientras más plano sea un Anillo, será más poderosamente MÁGICO y maldito (TOA).

Tomado de La ardua guía a la Tierra de la Fantasía, de Diana Wynne Jones. Traducido y comentado por José Alejandro Cantallops Vázquez.