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Del canto y la gloria, Michel Encinosa Fú

Las luces de la villa palidecen en la niebla a mis espaldas.

Son escasas, pequeñas.

Recuerdo las fiestas de cosecha, las canciones en la noche, los coros que replicaban a otros coros viajando de poblado en poblado, los estandartes de los clanes ondeando sin órdenes de combate. Recuerdo los bailes en los puentes, los prados, las callejuelas.

Los colores, los niños, los juegos.

Pero no es este ya un tiempo de fiestas.

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Las puertas abiertas sobre el mar, Michel Encinosa Fú

La encontré llorando sobre una roca junto al mar, temblorosa y fría, vestida solo por la espuma.

Yo había resuelto pasear mi mal humor aquel día en un rumbo distinto. Solía vagar por la villa a los pies del castillo, obsequiando monedas a los mendigos, y pequeños prodigios a los niños que iban tras de mí en carrerillas asustadas, riendo alto, cual si conmigo no fuese. Tales paseos me bastaban para retornar a las altas cámaras del rey con el ceño más amable, y empezar de nuevo a explicarle porqué a veces no bastaba ni uno ni dos días para que su voluntad se cumpliera a través de mis artes.

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Un elfo honrado (capítulo 2): Hogar, dulce hogar; Carlos A. Noda

Enviado por su autor a finales de junio, este cuento, del autor matancero Carlos A. Noda, es la continuación que tantos de ustedes pidieron cuando leyeron su cuento Un elfo honrado, y el cual, así como el autor, espero que les guste.

Casi era de noche. Salogel había corrido el día entero. Primero, para escapar de los matones y por último de los soldados. Casaroble, se alzaba a su alrededor, imponente y terrible como la gran metrópolis de los elfos. Un espantoso laberinto de principio a fin. Había barrios de aristócratas, con magníficos y bellos edificios, donde un indigente como él no podía entrar a riesgo de perder el cuero cabelludo. Había barrios ricos, de clase media, pobres, y míseros, donde aún caminar solo y sin armas, era un suicidio. Vestía el mismo pantalón de las minas, sin camisa o zapatos. Aún guardaba el dinero. Una victoria en sí misma. También tenía el anillo. Estaba vivo gracias a esto último, ya que buscaba todo tipo de cosas, personas y amenazas incluidas.

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El vuelo del guerrero, Michel Encinosa Fú

El cielo se cierra sobre ti, como las puertas de una ciudadela que, entregada a los vicios de los conquistadores, encubre tras los muros la sumisión de sus entrañas. El cielo se somete sobre ti. Tus hermanos lo han conquistado. Tú lo has conquistado. Pero el vicio de tu merecida gloria no es uno con el de tus hermanos. No te han dejado seguirlos hasta esa ciudadela, allí, en lo alto.

Recorrían el campo de batalla, buscando y trasladando los cuerpos de los suyos, mientras la fiebre del combate, fuego vivo en tu espíritu y tu carne, te obligaba a yacer inmóvil. Mil veces pasaron por tu lado, sin reconocerte. Fuiste abandonado como un muerto más en el caos. No puedes culparlos.

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Bendecidos, Michel Encinosa Fú

Es terrible, Arkasur, en verdad terrible, ver cuánto puede envejecer un hombre en no más de un centenar de jornadas. Es terrible verte así, tener que verte así, envejecido, triste y derrotado. Arkasur Val-Lundar. Arkasur el Rey. Mi rey. Mi rey, derrotado.

Un fino hilo de agua, tan invisible como el cabello de Lalanda, cae desde el techo bajo de la caverna sobre tu hombro derecho y llena tu manto raído de indescifrables y húmedas escrituras. Tu mirada es vacía, Arkasur, vacía y desnuda. Estamos solos. Lejos de todo lo demás: reino, conquista, fracaso y traición, y, no obstante, llevamos todo ello por dentro como una enfermedad, una adicción, una maldición. Solos tú y yo, Arkasur. El rey y su profeta. El rey y su esclavo. El rey y su amante.

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Hermanas, Michel Encinosa Fú

El polvo levantado por la legión en marcha se confundía con las nubes más bajas del amanecer.

—Hoy haremos la alianza de hermandad de Wyn – dleth —le susurró con emoción no disimulada Llan a Psien.

Las muchachas se miraron, sonrientes. El juramento de hermandad del Dios de la Guerra era la bendición más apreciada por los soldados noveles. Para consumar la alianza deberían enfrentar en combate a un guerrero que fuera demasiado acero para una sola de ellas por separado, y hundir ambas sus armas al mismo instante en el cuerpo del rival, con un doble golpe que fuera mortal. A partir de ese momento ambas serían como una sola, hasta que algún improbable azar de los combates por venir las llevara a repetir el doble ataque sobre otro soldado. Pero la hermandad podría renovarse, en tal caso. Al llevar a cabo el acto de alianza bajo Wyndleth, su unión bajo la égida del Asesino Divino sería cual la fortaleza de los pilares que sostienen la crónica del mundo y el universo, y ambas anhela ban con toda su adolescente pasión el momento predestinado.

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Retorno y venganza, Michel Encinosa Fú

La lluvia y el viento parecían llegar a mi dominio cabalgando a través de ti, sombras hermanas de las sombras de tus ropajes desgarrados. Bajo tu raída capa de viaje se arremolinaban jornadas y cenas de Nirigh en mudo contraste de cortas y dolorosas desventuras y largos olvidos insepultos. Tu capucha ocultaba un pensamiento de piedra que me hizo temblar, y tuve que cerrar los ojos de mi sueño ante él, devolviéndome estremecida de angustia a la soledad de mi habitación.

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Entrevista para ser un héroe, José Alejandro Cantallops Vázquez

Hoy, tras mucho tiempo sin publicar un cuento mío he decidido poner a su consideración uno divertido y que juega mucho con los clichés más comunes de ser un héroe de fantasía. Pero, sobre todo, es un cuento corto (últimamente casi todo lo que escribo de las diez páginas) y que creo que les agradará, aunque eso no lo sabré hasta que lo lean, así que sin más demora ni spoilers, los dejo con el.

Sergue había vuelto a quedarse leyendo el cartel que estaba pegado en la puerta frontal de una modesta tienda. Era la segunda vez que lo veía desde que su tío, Darve, lo trajera a través del portal que los llevaba a la tierra élfica para que lo acompañara en sus negocios. Ahora estaba solo: su tío se había ido a buscar alguna casa de placer que estuviera abierta tan temprano en la tarde y gastar allí sus ganancias.

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